El six pack y la brecha del muslo fueron ayer. Nada está tan de moda en las redes sociales como las espinillas, los rollos de tocino y compañía.

Influencers como Charlotte Weise muestran cómo se hace: todos los días, se presenta a sus casi 135.000 seguidores sin maquillaje y con el cabello graso, y es celebrada por eso. Con su contenido maravillosamente honesto, demuestran que la gente no solo quiere ver imágenes perfectas del club de playa, para lo cual se tuvo que usar Photoshop hasta el último poro. En cambio, brillan con naturalidad y demuestran que también se puede ganar la vida de esta manera.

Con las redes sociales para un negocio de mil millones de dólares

Casas de ensueño, playas de ensueño, cuerpos de ensueño: esto es por lo que son conocidas las plataformas de redes sociales como Instagram y Youtube. Y el concepto ha funcionado tan bien en los últimos años que incluso ha dado lugar a su propio grupo profesional. En la mayoría de los casos, los influencers presentan su supuesta vida perfecta y también publicitan todo tipo de productos y servicios, sin importar si son marcas de ropa, cosmética o resorts de lujo. En primer lugar, por supuesto, hay una cosa: el comercio.

Un estudio de BVDW de la primavera de 2020 muestra qué tan bien funciona esta disciplina de marketing relativamente joven: más de uno de cada cinco declaró que ya había comprado un producto porque lo había visto previamente de un influencer, entre los 16 – más de la mitad de los encuestados dijo esto- a los jóvenes de 24 años. Y eso no es de extrañar: más de uno de cada cuatro consume contenido en las redes sociales al menos una vez al día. Esto crea innumerables puntos de contacto nuevos que nunca serían posibles con los medios tradicionales.

Desafortunadamente, entre bastidores, no todo es tan rosado como podría parecer a primera vista. El hecho de que los productos a veces extremadamente caros (aquí, por ejemplo, un té de frutas aromatizado cuesta rápidamente 25 euros frente a casi cuatro euros por la misma cantidad en el supermercado) no traen la buena vida que sugieren influencers como Dagi Bee o Sami Slimani. Muchos lo notaron, incluso se habla de cierta fatiga en las redes sociales. Y en una encuesta de Deloitte, más de seis de cada diez de la Generación Y y Z dijeron que son más saludables si pasan menos tiempo en las redes sociales. Casi la misma cantidad dijo que sería más feliz sin Instagram, Tiktok and Co.

De hecho, la aparente perfección permanente puede ser realmente peligrosa para los usuarios jóvenes de las redes sociales. La razón de esto: la pubertad es una fase de desarrollo importante en la que la propia imagen de uno mismo está determinada en gran medida por la retroalimentación de los demás. Compararse con los demás para definir su lugar en el mundo es un proceso importante y continuo. Si el contenido que los jóvenes de entre 12 y 17 años consumen en promedio dos horas y media al día, pero solo consiste en cuerpos oníricos retocados con Photoshop, una pérdida de referencia a la realidad es tan buena como inevitable.

Verdad sin adornos en lugar de glamour y brillo

Incluso para algunos influencers, la búsqueda constante de la perfección ahora se ha vuelto demasiado extenuante. Este deseo de más naturalidad ahora ha llevado a otra tendencia contraria, y celebra el coraje de ser feo. Instagramers como Charlotte Weise, Dariadaria o Vanezia_Blum publican imágenes que les muestran cómo se ven realmente: con la piel manchada, rollos de tocino y cabello grasoso, especialmente bajo el hashtag #mehrrealitätaufinstagram. Una influencer que ha tenido éxito precisamente con esta pura verdad es la austriaca Antonia Schulze. En su cuenta de Instagram Mutausbrueche (https://www.instagram.com/mutausbrueche/), muestra regularmente lo que le hizo a su cuerpo cuando dejó de tomar la píldora, un tema que preocupa a muchas mujeres jóvenes. Incluso hoy, años después, todavía sufre de imperfecciones y marcas de granos. En algún momento simplemente se cansó de ocultar sus supuestos defectos, como nos cuenta en la entrevista t3n: «Después de un año y medio de silencio y de maquillarme, durante el cual me sentía mal muchas veces, estaba lista para compartir mis problemas con el acné hormonal», relata Antonia en una entrevista. «Para muchos llevamos una ‘vida perfecta de glamour’ y somos envidiados. Por eso creo que es importante mostrarle a la gente que incluso con nosotros no todo es como a menudo parece el mundo exterior. Si mostramos que tenemos los mismos problemas que todos los demás, en cambio, crea seguridad y comprensión».

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Para Jacqueline Bourke, que trabaja como directora de EMEA Creative Insights en la agencia internacional de imágenes Getty Images, es obvio por qué esta apertura es tan bien recibida por los seguidores: «La popularidad se debe al hecho de que estamos entre los consumidores, especialmente en Alemania. Un fuerte deseo de representaciones más auténticas. Los resultados de nuestro estudio Visual GPS recientemente realizado muestran que a ocho de cada diez consumidores alemanes les gustaría que las marcas mostraran todo tipo de formas, tamaños y tipos de cuerpos. El estudio también encontró que más de cada segunda persona se enfrenta a imágenes en la vida cotidiana que distorsionan la realidad, siendo la discriminación corporal la ocurrencia más común en todas las generaciones».

Juntos por más realidad en las redes sociales

«Sé lo mucho que pueden sufrir la psique y la autoestima en estas circunstancias y problemas», continúa Antonia, alias arrebatos de coraje. «Por eso mi consejo para todos los que a veces dudan de sí mismos: ¡No están solos! Mi canal debería ser un lugar de intercambio, debería darte la sensación de que no estás sola con estos problemas y que hay muchas otras mujeres que están preocupadas por lo mismo. Y, por supuesto, lo más importante: ¡nuestra piel no determina nuestro valor!». El estudio de GPS visual realizado por Getty Images ha demostrado que hasta ahora sólo el seis por ciento de los alemanes están adecuadamente presentados por la publicidad. «No me sorprende que los consumidores busquen en plataformas como Instagram personas de ideas afines con las que puedan identificarse», dice Jacqueline Bourke de Getty Images.

Por supuesto, las bellezas naturales tampoco hacen todo esto gratis. Incluso los influencers con menos seguidores pueden recaudar una buena cantidad de dinero para colaboraciones con grandes marcas, según un estudio, incluso hasta 30.000 dólares estadounidenses por campaña. Pero: a diferencia de mega influencers como Bibi and Co., Antonia no acepta todas las ofertas. Por el contrario, rompió una cooperación con la marca de moda Les Lunes de la noche a la mañana, por ejemplo, después de que se levantaran voces críticas sobre la tela de bambú supuestamente justa y ecológicamente producida. Incluso cuando se trata de dinero, parece mantenerse fiel a su autenticidad y principios y, por lo tanto, ¡es uno de esos modelos a seguir de los que querríamos más en las redes sociales!

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