El cine ha representado con cierta frecuencia a los abogados como héroes que llevan togas en vez de capas y máscaras.
Los alegatos de estos profesionales del derecho, recurriendo a los más elevados valores, nos han conmovido en infinidad de películas.
Alicia Vega es abogada y forma parte del turno de oficio. Compagina su profesión con su afición al cine y sus bandas sonoras.
A través del podcast Cinemasmusic comparte con todos los aficionados al séptimo arte sus conocimientos sobre música.
Desde sus inicios, el cine y el derecho han ido de la mano, favoreciendo los discursos éticos y todo tipo de declaraciones de principios sobre la justicia, la libertad y los derechos fundamentales. Los dramas protagonizados por jueces y abogados, con un tribunal como escenario principal, largas declaraciones de los testigos, interrogatorios agotadores, protestas aceptadas o denegadas y jurados atentos a todos los detalles para luego poder deliberar con las suficientes pruebas, siempre han dado mucho juego en la historia del séptimo arte.
El cine de abogados y juicios es todo un rico y emocionante subgénero cinematográfico abarrotado de clichés, donde la ambigüedad de ciertos mensajes y la constante recurrencia a tópicos y estereotipos manidos hasta la saciedad están a la orden del día: desde los testigos de última hora, que le pueden dar un giro inesperado a los casos, hasta el famoso «¡Protesto, Señoría!» (una de las expresiones más usadas en las películas estadounidenses, pero que apenas se usa en la realidad judicial española), pasando por un teatral golpe de efecto durante el interrogatorio.
Es muy frecuente en este tipo de películas ver algunas escenas en las que los acusados se derrumban y piden «cantar». O que pierdan los papeles y armen la marimorena antes de que termine el juicio. Y no puede faltar el clásico alegato final de un abogado (con la mirada clavada fijamente en todos los miembros del jurado) que parece tener el baile de sambito y da más vueltas por la sala que la silla de un peluquero para desesperación del fiscal e incluso de los propios espectadores.
A veces se trata de defender a un inocente. En otras ocasiones la inocencia del acusado no está tan clara como pensábamos al principio de la cinta. Aunque los abogados suelen ser (casi) siempre los buenos de la película y los fiscales los malos, hay determinadas ocasiones en las que las tornas cambian. También es habitual que alguna situación sufra un cambio radical de última hora que nos deje boquiabiertos. En cualquier caso, son películas que están claramente hechas para el lucimiento de un actor y/o actriz determinada. Qué mejor manera de exhibir su tremendo potencial interpretativo que poniendo en serios apuros a los testigos con un sinnúmero de preguntas incómodas. Y están, por supuesto, los alegatos finales, piezas de oratoria que suelen ser deslumbrantes.
Profesión loable, aunque llena de riesgos, el cine y la televisión han logrado mostrar todas sus virtudes e imperfecciones a partes iguales. Dejando, por supuesto, a un lado el deber y compromiso de confidencialidad que la caracteriza, los cineastas han sabido transformarla en muchas maravillosas historias merecedoras de ser contadas con grandeza y resolución.
La condición de héroes de algunos de estos grandes defensores de la ley ha sido siempre muy fascinante, sea este defensor o acusador; aunque mejor si es defensor. Ya que no hay nada más fascinante para el avance de la ficción dramática que la del falso culpable defendido con honradez, sinceridad e inteligencia, frente a todas las dificultades, por un temerario paladín moderno, cuyo principal instrumento para combatir las injusticias del sistema es el empleo apropiado de ciertas pequeñas artimañas cultivadas en la práctica profesional.
¿Quién no recuerda, por poner solo tres ejemplos, al veterano y gruñón Charles Laughton en Testigo de Cargo (Billy Wilder, 1957) o al inalterable Henry Fonda en Doce hombres sin piedad (Sidney Lumet, 1957) y, por supuesto, a Gregory Peck interpretando al bueno de Atticus Finch, modelo de integridad y moralidad, en Matar a un Ruiseñor (Robert Mulligan, 1962)?
Confeccionar una lista con las mejores películas de abogados sería algo inabarcable, aunque majestuoso, pero filmes como El joven Lincoln, El proceso Paradine, La costilla de Adán, Anatomía de un asesinato, Vencedores y vencidos, En bandeja de Plata, Justicia para todos, Veredicto final, Algunos hombre buenos, La caja de música o El oficial y el espía no pueden faltar en ella.
La televisión no podía ser menos y se ha interesado sobremanera por la temática jurídica desde su irrupción en los hogares. Una serie que marcó una época en nuestra televisión fue Turno de Oficio, de Antonio Mercero. La serie patria sobre abogados por antonomasia cuenta las historias de tres letrados de distintas edades que ejercen su trabajo en el turno de oficio, el servicio de representación jurídica gratuita para personas sin recursos que da nombre a la serie; uno maduro (Juan Luis Galiardo, el Chepa), una mujer (Carmen Elías, Eva) y un joven (Juan Echanove, Cosme), que prepara sus oposiciones a notarías para seguir la tradición paterna. Los tres se enfrentan, desde distintos puntos de vista generacionales, a casos con los que se pretende reflejar, desde una visión renovadora, diferentes hechos de la realidad social.
En multitud de ocasiones se suele menospreciar el trabajo de los abogados de oficio. Existe una creencia casi generalizada, sobre todo en algunos sectores de la sociedad, de que al ser un servicio gratuito no te van a atender bien. Nada más lejos de la realidad. El turno de oficio supone una vocación de servicio público con profesionales formados, comprometidos y entregados a los demás.
Lo que mucha gente no sabe es la enorme dificultad que tienen para cobrar su trabajo. Las incesantes movilizaciones para conseguirlo no son más que una pequeña muestra de la situación que atraviesa este gremio. Alicia Vega, presidenta de ASATO (Asociación de Abogados del Turno de Oficio de Toledo), es una abogada de oficio que lleva reivindicando los derechos de este colectivo desde hace muchos años. La remuneración económica del turno de oficio es paupérrima y muchos profesionales como Alicia están cansados de ser considerados el patito feo de la justicia.
Su experiencia (lleva más de 28 años en el oficio) le permite dominar la mayoría de las principales ramas del derecho. Su filosofía es toda una declaración de principios: con el cliente hasta el final. En todo este tiempo ha recibido, entre otros galardones, la Estrella de Oro a la Excelencia Profesional, la Medalla de Oro con distintivo rojo al mérito profesional de las Relaciones Industriales y las Ciencias del Trabajo (Premio Prever 2017), así como la Medalla de Civisme et dévouement concedida por la Association Nationale de Civisme et Dévouement. A pesar de todos estos numerosos reconocimientos y de sentirse valorada por la inmensa mayoría de sus clientes, el premio que más ilusión le haría a esta abogada malagueña sería la gratitud de esa parte de la sociedad que, por desconocimiento o falta de información de este servicio público, todavía no valora la importancia de su trabajo en los derechos de los ciudadanos.
Alicia, como buena cinéfila, también es una apasionada de las bandas sonoras de las películas y está muy vinculada a Cinemasmusic, un podcast creado por el crítico de cine Juan Ramón López que nos sumerge en las partituras de las películas. Esta publicación digital reclama el papel tan importante que juega la música en el cine, algo que a menudo se nos olvida. En Cinemasmusic nos sumergen en los detalles más importantes de cada soundtrack: autor, año y canciones. Y algo que nos gusta sobre manera: saber cómo encaja cada sonido en las escenas de la película para comprender mejor la importancia del score en el resultado final de la misma.
Con la venia de los lectores. ¡La entrevista a Alicia está vista para sentencia!
Pregunta. ¿Qué te llevó a estudiar la carrera de derecho?
Respuesta. La verdad es que no lo recuerdo en absoluto, imagino que fue por descarte de las otras opciones. Sí recuerdo, en cambio, por qué no estudié la carrera de Arqueología, que era lo que me llamaba la atención en mi adolescencia: vi un programa donde se analizaban las diferentes capas de sedimentos en un yacimiento y pensé que yo tendría que aprenderme los nombres de los cachitos aquellos y se me fueron las ganas.
Lo que tenía claro es que a mí las ciencias no me iban. Me gustaba mucho leer, todo lo que caía en mis manos y la mitología griega me parecía apasionante.
P. ¿Cuándo comenzó tu andadura profesional en el mundo de la abogacía?
R. En cuanto terminé la carrera no me planteé otra opción, me lancé a ello. No fue fácil. Carecía de conexiones en la ciudad donde empecé. Me recorrí muchos despachos de abogados veteranos ofreciéndome para hacer prácticas sin cobrar y nadie estuvo interesado en admitirme. Supongo que no me tomaban en serio. Hubo más de un abogado, y más de dos, que solo veían una chica jovencita sin ninguna experiencia y me decían: «No, guapa, no puedes trabajar aquí».
P. ¿Nos podrías definir tu carrera profesional hasta el momento?
R. Digamos que mi carrera ha sido interesante. Este es un trabajo muy variado. Cada vez hay más especialización, lo cual es lo más adecuado para prestar un buen servicio, se es más eficaz, pero yo considero que hay que intentar saber de todo.
Evidentemente, el trabajo se centra más en unas cosas que en otras, pero la orientación jurídica al cliente debe ser lo más completa posible, si bien es inevitable que haya asuntos a los que no se puede llegar y lo correcto es derivar esos casos a compañeros que se dediquen específicamente a ello.
P. ¿Cómo le explicarías a los usuarios que nos están leyendo lo que significa el turno de oficio?
R. Cuando un ciudadano cualquiera no tiene recursos económicos y debe defender sus intereses en un proceso judicial, el Estado o la Administración Pública provee de procurador y abogado. Para ello hay que tramitar una solicitud de asistencia jurídica gratuita, que se gestiona a través de los diferentes colegios de abogados, y si se reúnen los requisitos que exige la ley, se concede este derecho a litigar gratuitamente; ello incluye el asesoramiento previo al proceso. Ya lo dice nuestra Constitución: «La justicia será gratuita cuando así lo disponga la ley y, en todo caso, respecto de quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar». Los abogados del turno de oficio somos esenciales en la aplicación y garantía de este derecho fundamental a la defensa.
P. ¿Por qué estás en el turno de oficio? ¿Qué te aporta profesional y personalmente?
R. Por un lado, gracias al turno de oficio, trabajo en casos que de otra manera nunca llegarían a mi despacho y que profesionalmente son muy interesantes. Por otro lado, produce una gran satisfacción personal saber que has podido ayudar a alguien. Hay gente que atraviesa situaciones durísimas y es estupendo cuando puedes resolver, o al menos aliviar, sus problemas.
P. ¿En qué turnos estás inscrita?
R. Penal, menores, penitenciario y extranjería. Estos cuatro están muy relacionados entre sí. También llevo temas de civil y familia.
P. ¿Ha recibido por parte de tu Colegio de Abogados alguna formación específica? ¿Cuál?
R. Mi Colegio de Abogados imparte cursos específicos de muchas materias que debemos realizar obligatoriamente para permanecer activos en los diferentes turnos a los que elegimos adscribirnos. Está enfocada a la especialización por materias. El nivel de conocimientos debe ser muy alto para poder realizar nuestro trabajo adecuadamente. El cliente tiene derecho a ser atendido por un profesional bien formado y que esté al tanto de todas las novedades legislativas y jurisprudenciales.
También se realizan durante el año otros cursos, jornadas formativas o ponencias, que, no siendo aún obligatorias, yo asisto cuando el tema me parece interesante o práctico. Cada año, también, hay congresos nacionales de las diferentes ramas del derecho. Yo acudo a tres o cuatro al año de entre aquellos que más me atañen en mi ejercicio cotidiano.
P.- ¿Le dedicas el mismo tiempo y los mismos recursos a un caso que te llega por el turno de oficio que a uno privado?
R. Una vez que tengo un expediente en mi mesa, le dedico todo el tiempo y el esfuerzo que el asunto necesita, sin distinción alguna a cómo ha llegado hasta mí. Y sin valorar si voy a cobrar más o menos por el trabajo. Se hace lo que se tiene que hacer. No hay más.
P. Como ejerciente en el turno de oficio, ¿sientes que se te valora lo suficiente?
R. En general, quienes han sido usuarios del turno de oficio, han podido comprobar que trabajamos profesionales comprometidos y con una buena formación. La valoración que se hace de los letrados que formamos parte de él por quienes se han visto obligados a utilizar nuestros servicios es muy alta, mucho más que en otras profesiones. Obviamente, como en todas partes, hay letrados que no trabajan bien y eso empaña la imagen de los demás, pero puedo asegurar que mis compañeros y yo nos tomamos los asuntos del turno de oficio muy en serio. No hacemos distinción con los de un cliente particular, poniendo en nuestro trabajo todo nuestro esfuerzo y conocimientos.
P. ¿Por qué crees que la justicia gratuita y el turno de oficio están menos valorados socialmente que otros servicios públicos como sanidad o educación?
R. El desconocimiento. Todos utilizamos los servicios de salud y todos, también, los de educación. Sin embargo, no todos necesitan acudir a los tribunales para la defensa de sus derechos. Esto hace, también, que muchos no sepan que hay un recurso público al que acudir en caso de necesidad de litigar, y es la justicia gratuita.
P. ¿Crees que la ciudadanía entiende la importancia del turno de oficio? ¿Por qué?
R. Hay que hacer campañas informativas de este derecho fundamental que a todos nos asiste, el de la defensa de nuestros intereses, ahí tenemos un punto débil. Nuestro Consejo General de la Abogacía debería centrarse más en esta cuestión y en la defensa de los derechos de todos los profesionales que formamos parte de él. Hay bastante descontento, la verdad.
P. ¿Cómo es el día a día de los abogados del turno de oficio?
R. Digamos que muy entretenido. La variedad de casos que nos llegan es grande, tratamos con personas a veces muy peculiares, eso nos hace estar muy alerta, y preparados a responder a todo lo que se nos presenta. Desde luego no nos aburrimos, pero también es muy exigente. Es un trabajo que no entiende de horarios y hace muy difícil la conciliación familiar. Cuando se tienen hijos, sobre todo cuando son pequeños, se llega a pasar muy mal.
Todavía hay muy poca empatía por parte de las instituciones y también de los propios juzgados con nuestra profesión; no me refiero solo a la abogacía del turno de oficio, sino a la profesión en general. Enfermedades, descansos, vacaciones… No se nos respeta. Somos tratados, con demasiada frecuencia, como mercancía intercambiable por los órganos judiciales.
P. ¿El turno de oficio te da un conocimiento fiel sobre la sociedad en la que vivimos?
R. Nosotros tenemos una imagen muy clara y cercana de la realidad social. Tratamos con clientes de toda clase y condición. Vemos las penurias económicas, las miserias, las injusticias que se sufren y hemos de lidiar con ello. A veces es una carga muy pesada. Intentamos ayudar poniendo nuestro trabajo al servicio de quien más lo necesita, pero no podemos hacer milagros. Esto nos puede afectar personalmente.
Además, ya lo he comentado antes, gracias al turno de oficio vemos en nuestros despachos casos que de otra manera no veríamos nunca. Yo lo considero muy enriquecedor.
P. ¿Nos puedes contar algunas de las anécdotas más curiosas que te hayan ocurrido durante tu carrera profesional?
R. He tenido casos muy curiosos, pero reconozco que me da apuro contarlos porque también hay un lado divertido en situaciones a veces trágicas. Pero el humor negro puede ser mal entendido.
P. ¿Cuál ha sido el reto más difícil al que te has enfrentado durante tu carrera profesional?
R. Cuando hay que defender a alguien acusado de un delito grave, al que se le pide una pena de prisión elevada, la responsabilidad puede abrumar. No se trata aquí de librar de la cárcel a alguien que comete un delito, sino de garantizar que la ley se aplique con equidad, que se garanticen los derechos de todas las personas. Produce una gran satisfacción cuando se dicta una sentencia ajustada a derecho y nuestro cliente recibe el trato que nosotros consideramos adecuado.
P. ¿Qué importancia tienen Internet y las redes sociales en tu trabajo?
R. Internet pone al alcance de todos una vasta cantidad de recursos que nos ayudan mucho en el desempeño de nuestro trabajo. También es una magnífica manera de dar a conocernos y así llegar a una mayor cantidad de clientes potenciales. En esto último las redes sociales con perfil profesional son muy útiles para aprender de otros o para enseñar a otros.
Por otro lado, pueden ser un peligro en la formación de la opinión pública, ya que en muchas ocasiones crean la falsa impresión de que se sabe resolver un problema que en realidad necesita de un profesional y también contribuyen a realizar juicios mediáticos paralelos que distorsionan la imagen de la justicia.
P. ¿Qué valores y competencias son necesarias para trabajar en tu profesión?
R. Esfuerzo, dedicación, empatía, paciencia, agilidad en la toma de decisiones, flexibilidad, resolución, honradez, discreción, eficiencia, actuar con independencia en la labor profesional, respeto a la dignidad de las personas y el trabajo de los demás, y una formación técnica que habrá de durar toda la vida profesional.
P. ¿Qué consejos les darías a todas las personas que quieran dedicarse a tu profesión?
R. Una buen formación es imprescindible, decidir bien a qué campo quiere uno dedicarse y dedicar nuestro esfuerzo a saber lo máximo posible sobre ello y ser el mejor profesional posible.
También se requiere vocación, puede exigir mucho sacrificio personal. Pero no debe confundir a los demás, esa vocación no implica que haya de hacerse gratis. No somos un servicio de caridad.
P. También estás muy vinculada al podcast Cinemasmusic, creado por el crítico y cinéfilo Juan Ramón López. ¿Cómo surgió la posibilidad de colaborar en este espacio?
R. Aún me sorprende el poder de las redes sociales para poner en contacto a personas con intereses comunes. Gracias a mis interacciones con otros aficionados al cine, un día recibí una invitación de Juan Ramón a participar en uno de los podcast de Cinemasmusic. Al principio me dio un poco de vértigo. Al fin y al cabo, yo no tengo conocimientos específicos sobre las artes cinematográficas. Lo mío es simplemente un interés como espectadora. Me gusta mucho, he visto bastante cine, clásico sobre todo, y he leído cuantos libros sobre la materia han caído en mis manos. Pero finalmente me decidí a hacerlo.
Por mi profesión de abogada me propuso hablar de El silencio de los corderos y, como es una película estupenda, no tuve problemas en dar mi opinión al respecto. A partir de ese momento, fui invitada más veces y hemos llegado a tener una buena amistad.
P. ¿Qué es la música de cine?
R. Es el aderezo final de la historia que se nos narra. Acompaña a la acción, transmite emociones y en no pocas ocasiones puede sustituir a un diálogo.
P. ¿Me puedes dar las razones por las que amas tanto el cine y su música?
R. No creo que haya una razón lógica más que ser una forma de vivir otras vidas, evadirte de la propia, entretener, divertir, incluso enseñar. Para mí es lo más importante.
El llamado cine social, de denuncia o reivindicativo me interesa menos porque mi profesión ya me facilita conocer la realidad social, así que mi tiempo libre quiero disfrutarlo, no sufrir. Eso no implica que solo me gusten las comedias, que sí, pero yo veo cine como entretenimiento, aunque hay historias duras que, bien contadas, pueden ser francamente entretenidas.
Respecto de la música, qué se puede decir más que nos acompaña en la vida, nos da alegría, nos consuela. Hay que escuchar de todo, hasta lo que en principio pueda no gustarnos, porque podemos llevarnos muchas sorpresas agradables. Además, según sea nuestro estado de ánimo, una música u otra nos hace mucho bien.
P. ¿Cuáles son tus programas de Cinemasmusic favoritos de todos en los que has participado?
R. Como tampoco han sido tantos, todos son mis favoritos.
P. ¿Cuáles son tus bandas sonoras favoritas?
R. Empezaré por La guerra de las Galaxias. John Williams me parece un verdadero genio. Todo lo que ha compuesto es estupendo. Un todoterreno.
Bernard Herrmann, en todas las películas que ha participado, ha hecho un trabajo fantástico. La partitura de Vértigo me parece sublime: la Suite Scene d´amour en esa escena en el motel con Kim Novak y James Stewart es absolutamente brillante.
Otra banda sonora que me parece muy emocionante es la que compuso Jerome Moross para Horizontes de grandeza de William Wyler, o la evocadora suite de Laura de David Raksin…
Las canciones de Cole Porter, George e Ira Gershwin, Irving Berlin, y otros que han acompañado tantos musicales de la edad de oro del cine clásico me encantan, las escucho con frecuencia.
P. ¿Cuáles son tus películas sobre abogados y juicios favoritas?
R. Son todas películas clásicas. La que más me gusta es Testigo de cargo, es magistral, aunque hay otras estupendas: Anatomía de un asesinato, Matar a un ruiseñor, Doce hombres sin piedad… Otras que no son sobre juicios, pero que sí tienen escenas judiciales, algunas delirantes, como la escena final en ¿Qué me pasa, doctor? o en La viuda alegre, la versión de Lubitsch, con Maurice Chevalier, son francamente divertidas.
P. Las películas de juicios han triunfado desde que se creó este género y no es para menos: el trabajo de los abogados de defensa resulta bastante controvertido en algunas ocasiones, especialmente en los casos muy mediáticos en los que la opinión pública considera que los acusados son culpables. ¿Qué caso real te gustaría ver trasladado a la gran pantalla?
R. El sistema judicial norteamericano resulta muy cinematográfico. En España llevamos una toga negra, nos sentamos y no podemos pasearnos, dirigirnos a un jurado con gestos grandilocuentes, protestar a cada momento. En fin, que es poco visual. No se me ocurre ningún caso en concreto que quiera ver en pantalla.
P. ¿Cuáles son tus actores favoritos (españoles y extranjeros)?
R. Cada vez soy menos mitómana, pero me gustan mucho Cary Grant, James Stewart y también, por qué no, Fred Astaire, quien quizás no destacara especialmente por sus dotes actorales, que creo que las tiene, pero ha hecho unos números de baile tan maravillosos que se ha ganado estar muy arriba en mi lista.
De entre los españoles, Luis Escobar, Fernán Gómez, Manolo Morán, Pepe Isbert, López Vázquez, José Bódalo, Agustín González, Manuel Alexandre, Sazatornil, Luis Ciges… La lista es interminable. De los actuales, diría Javier Gutiérrez.
P. ¿Cuáles son tus actrices favoritas (españolas y extranjeras)?
R. Cualquier actriz con más de 50 años es fabulosa. Una mujer con esa edad tiene ya una trayectoria vital que puede aprovechar para su trabajo.
Me gustan Frances McDormand, Diane Keaton, Tilda Swinton, Helen Mirren, Meryl Streep, y de las de antes Audrey Hepburn, Barbara Stanwyck, Bette Davis, Deborah Kerr, Ingrid Bergman, Mirna Loy…
María Luisa Ponte, Amparo Soler Leal, Florinda Chico, Emma Penella, Amparo Rivelles, Julia Gutiérrez Caba, Emma Suarez, Adriana Ozores, Candela Peña…
Esto de tener que elegir es tremendo porque hay tanto talento que la lista sería interminable.
P. ¿Cuáles son tus directores favoritos (españoles y extranjeros)?
R. De los directores actuales, tengo especial predilección por Wes Anderson, Wong Kar Wai, Peter Weir, Jim Jarmusch… Me gustan los que tienen un estilo personal. Y de los directores de cine clásico: William Wyler, Howard Hawks, Fritz Lang, Ernst Lubitsch, Billy Wilder, John Ford y Stanley Donen. Aquí sí que me cuesta poner solo unos pocos.
De los españoles: Icíar Bollaín, José Luis Cuerda y Luis García Berlanga
P. ¿Cuáles son tus películas favoritas (españolas y extranjeras)?
R. El sueño eterno, El hombre tranquilo, Deseando amar, Moonrise Kingdom, La vida de los otros, El año que vivimos peligrosamente. La trilogía de Berlanga y Azcona de La escopeta nacional es estupenda.
P. ¿Qué otras aficiones tienes aparte del cine?
F. Soy una lectora voraz. Además, sin criterio alguno. Todo me viene bien, aunque tengo debilidad por la novela negra: Dashiell Hammett, Raymond Chandler, George Simenon son algunos de los que puedo decir que me lo he leído todo, o poco se me ha escapado.
Me gustan también G.K. Chesterton y P.G. Wodehouse, que me resulta divertidísimo, Tolkien, Isak Dinesen, Robert Louis Stevenson, Somerset Maugham… Y si nos centramos en los españoles, Domingo Villar y cómo no, Juan Gómez-Jurado.
Además, procuro reservar un rato todos los días de la semana para hacer deporte. Antes practicaba pilates y yoga, pero ahora me dedico a la natación, y los días que no puedo ir a nadar voy a correr. A esto último me he aficionado este año. Han sido tantas las restricciones que hemos sufrido, que correr era de las pocas cosas que se podían y se siguen pudiendo hacer y poco a poco le he ido cogiendo el gustillo.
Pasear por la ciudad, visitar lugares de interés, la arquitectura, la pintura me llaman mucho la atención y disfruto mucho con ello.
Y como mujer reconozco que también soy coqueta, y me encanta la moda, aunque soy bastante clásica, lo del fondo de armario es muy propio de mí, y el mío tiene mucho fondo… Ya más en serio, creo importante cuidar el aspecto y vestir de forma apropiada según la ocasión, un arte que no todos dominan.
P. ¿Nos puedes adelantar algunos de tus próximos proyectos?
R. Con seguir haciendo lo que hasta ahora me doy por satisfecha. No tengo nada especial a la vista.
P. ¿Les puedes mandar un mensaje de agradecimiento a tus seguidores?
R. Dicho así, lo de seguidores suena como si yo fuese una cantante famosa o una deportista de reconocido éxito, lo que no es el caso. Me da hasta rubor usar esa palabra. Soy una simple abogada y madre de familia. Utilizo, desde no hace tanto, las redes como entretenimiento: tengo cuenta en Twitter e Instagram y también un perfil profesional en Linkedin. Intento disfrutar de lo que la vida pone a mi alcance. En las redes sociales procuro ser positiva y publicar cosas sobre temas que me resultan de interés a mí. Al fin y al cabo, mi nombre y mi cara van por delante. Me alegra ver que hay personas que comparten también mis inclinaciones, pero todo es a una escala muy modesta. He llegado a hacer grandes amigos, con quienes me relaciono ya en mi vida cotidiana. Y qué más puedo decir, que gracias a todos los que me acompañan cada día en la distancia y con quienes me comunico a través de las redes sociales.
¡Muchas gracias a Juan Ramón López y a Cinemasmusic por las imágenes que nos han cedido!
Podemos enfrentarnos a nuestros miedos, a nuestras esperanzas, pero enfrentarnos a la sociedad por un acto erróneo o no son palabras mayores y para eso necesitamos de un profesional como Alicia Vega. Ella encarna la justicia y sobre todo la honestidad de un oficio que tiene la antigüedad que tiene el hombre. ¡Muchas gracias Alicia por enseñarnos algunos de los recovecos de tu profesión!
Redes sociales de Alicia Vega
Twitter: @AVegaAmaya
Instagram: @agvegaamaya
LinkedIn: @alicia-vega-amaya
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Enorme AVA !!! ?????
Maravillosa entrevista. Abrazos
¡Gracias Manuel por tus animadoras palabras!
Magnifica entrevista . Cine ,derecho , turno de oficio , música de cine ..una maravillosa combinación en Alicia Vega
¡Gracias Fernando por tus sabias palabras!