Entrevista a Juan Carlos Vizcaíno Parte I
La crítica cinematográfica siempre ha contribuido a sacar a la luz auténticas joyas que muy pocos vieron en su día.
El crítico de cine Juan Carlos Vizcaíno es experto en reivindicar (sobre todo en su blog «Cinema de Perra Gorda») muchas obras maestras a las que el público y/o la crítica les dio la espalda en el momento de su estreno.
Juan Carlos (colaborador habitual de «Dirigido por…» y Notorious Ediciones) ha escrito un libro en solitario, «Proyecciones desde el olvido. 125 películas redescubiertas a la luz de la pantalla» (Diputación de Alicante), que está considerado una obra de culto.
El impacto del cine en las sociedades contemporáneas no es solo ilimitado, sino que es incuestionable. El séptimo arte ha intervenido en todos los grupos sociales y modos de vida. Demostrando que más que una simple sucesión de imágenes en movimiento es una herramienta formadora de actitudes. Lo más parecido a un espejo en el que todos nos miramos para decidir nuestros modelos de comportamiento. Desde su creación, el cine ha sido una de las herramientas comunicativas más significativas para el desarrollo humano, lo que ha provocado un interés transcendental en el periodismo. Yendo más allá de la valoración estética, estableció con este medio de comunicación una relación íntima y cordial a través de la crítica especializada. La crítica ha acompañado al desarrollo del cine como una parte integrante de él al confeccionar y divulgar hipótesis y aportar miradas con sentidos particulares a las obras. A medida que el cine empezó a crecer, la crítica también se consolidó en las comunidades periodísticas, dedicándose a seleccionar la información que recibirán los espectadores, ya sea porque ellos mismos lo decidan o porque les llega de forma fortuita. Uno de los retos más importantes del periodismo siempre ha sido hacer reaccionar a sus audiencias y construirlas educativamente bajo un contexto cada vez más informado. La crítica procura, bajo el poderoso influjo de los medios, crear espectadores selectos en sus calificaciones y hábiles en su consumo, observando la eclosión de nuevos movimientos cinematográficos y el descubrimiento de flamantes talentos para la dirección o la actuación.
La crítica cinematográfica es un claro ejemplo de cómo el cine ha asimilado narrativas como las periodísticas para convertirse en parte fundamental de la relación entre el periodismo y el arte. El invento de los hermanos Lumière siempre ha tenido un papel muy importante dentro del periodismo y cuenta con una posición de referencia histórica similar al de la crítica literaria, teatral o musical. Desde sus inicios, la crítica cinematográfica, en cualquiera de sus formas, ha influido en las decisiones de los espectadores, ayudándoles a decidir qué ver en las salas de cine y en sus casas. También han contribuido a sacar a la luz joyas cinematográficas que pocos vieron en su día. Una ardua labor que realiza a la perfección el crítico de cine alicantino Juan Carlos Vizcaíno, sobre todo en su blog Cinema de Perra Gorda. Bajo este nombre tan singular se esconde un espacio que reivindica muchas obras maestras a las que el público y/o la crítica les dio la espalda en el momento de su estreno. Juan Carlos es un empedernido arqueólogo del cine que no cede en su empeño de rescatar todas esas maravillas del celuloide que permanecen escondidas quién sabe dónde. No hay nada que le produzca más placer que escribir críticas de películas desconocidas o infravaloradas que se quedaron en el tintero. Y que cualquier cinéfilo debe conocer. Para él son como pequeños tesoros que está deseando abrir y mostrar al exterior.
Su capacidad para descubrir aquello que los demás no hemos sabido ver en una película (lo que llamamos la zona inaprensible y oculta) es digna de alabanza. La honda y penetrante visión que Juan Carlos tiene de este arte lo ha convertido en uno de los críticos que más han ayudado a los cinéfilos a ver mejor el cine. Encomiable labor que lo hace aún más grande como persona y profesional. Escondido en sus críticas se encuentra el ingenio de todo un aguerrido escritor, acostumbrado a esperar y atrapar con pasmosa tranquilidad el momento que desvela el significado de lo que vemos y oímos en la pantalla. El cine clásico es su debilidad. Nunca ha ocultado esa pasión descomunal que siente por el cine de estudios y el star system. Le gusta tanto que disfruta de lo lindo compartiendo con sus fieles lectores las sensaciones que le han producido los filmes estrenados durante este periodo y que tanto admira. Conoce los gustos y prioridades de sus seguidores al dedillo, lo que le permite crear una conexión duradera con ellos. Conectar emocionalmente con ellos es fundamental para generar interacción y despertar sus impresiones.
Su prosa, amena y sutil, es seguida por miles de lectores que la buscan cada mes en las páginas de Dirigido por…, una de las revistas de cine españolas más prestigiosas. Este acontecimiento no pasó desapercibido para los perspicaces editores Guillermo Balmori y Enrique Alegrete, quienes lo recogieron con los brazos abiertos en Notorious Ediciones. Fruto de este encuentro glorioso han visto la luz libros tan interesantes como Casablanca. 75 años de leyenda, 1939. El mejor año de Hollywood, El universo de Gene Tierney, Hollywood años dorados: 1940, El universo de Gary Cooper, El universo de Howard Hawks y, más recientemente, El universo de Luis García Berlanga, con el que esta apreciada editorial ha querido conmemorar el centenario de uno de los directores españoles más famosos. Otra de sus obras más interesantes es Proyecciones desde el olvido. 125 películas redescubiertas a la luz de la pantalla (Diputación de Valencia), donde selecciona una serie de películas admirables por sí mismas y que no han disfrutado, a su juicio, del reconocimiento justo a nivel de crítica y/o público. Juan Carlos, sagaz y sencillo donde los haya, ha tenido la deferencia de concedernos una entrevista bastante extensa (que hemos dividido en dos partes), donde vamos a conocer muchos aspectos de la trayectoria profesional de este insigne autor.
Pregunta. ¿Cómo surgió tu amor por el cine?
Respuesta. Supongo que de la misma manera que a otros muchos aficionados de mi generación, que empezamos a tomar realidad en la segunda mitad de los 70. Fundamentalmente, a partir de la programación de TVE. Recuerdo el seguimiento de programas como Sábado cine. Ya más tarde con esas películas que se programaban en La clave que en muchas ocasiones no se anunciaban y tenías que esperarte la noche anterior al cierre de programación para poder averiguarlas. Y ya al inicio de los 80 tuve quizá mi principal escuela en la sede de la filmoteca valenciana que albergaba el Valencia Cinema de la Calle Quart en la Valencia donde vivía entonces. De forma paralela, recuerdo en TVE aquel célebre ciclo comentado por Chicho Ibáñez Serrador, Mis terrores favoritos, donde se emitieron tantos títulos del cine fantástico y de terror, que tanto me ha entusiasmado siempre. Recuerdo ciclos televisivos en aquellos años dedicados al cine negro, a la comedia, a directores como Preston Sturges, el periodo británico de Hitchcock o William A. Wellman. Como en más de una ocasión ha señalado Guillermo Balmori, debemos a la programación de TVE en aquellas décadas una base extraordinaria de nuestra pasión cinematográfica. No entiendo como en los últimos años la emisión de cine, digamos clásico, es casi residual en las cadenas televisivas, cuando intuyo que sus derechos son baratos de adquirir y una determinada audiencia se encuentra asegurada.
En aquellos años 80, recuerdo también ciclos en pantalla grande como cuando se reestrenaron las producciones de Hitchcock en la Paramount en la segunda mitad de los 50 (lo llamaron Lo esencial de Hitchcock). Aquel excelso ciclo de la 20th Century Fox que titularon Amar el cine y que nos permitió contemplar en copias en perfecto estado, maravillas dirigidas por John Ford, Otto Preminger, Ernst Lubitsch o Henry King. O ya más adelante, contemplar los estrenos o reposiciones en pantalla grande, de películas tan esenciales para mi gusto como El increíble hombre menguante (Arnold), Suspense (Clayton) o Los contrabandistas de Moonfleet (Lang). Todo ello va dejando un poso cuando eres adolescente, que permitió cuando mi cinefilia flaqueó, allá por 1997 al estar muy embebido con muchos otros temas que absorbían mi tiempo, esta permaneciera e incluso resurgiera renovada.
P. ¿Cuáles son tus primeros recuerdos cinematográficos?
R. En alguna otra entrevista lo he señalado. Recuerdo la terraza de verano -el Cine Rex- que estaba ubicada cerca de la Plaza del Ayuntamiento de mi Alicante natal, con un enorme olor a sardinas asadas, y contemplando la película de dibujos animados Garbancito de la Mancha (Blay y Moreno) o títulos de aquellos primeros años 70, como El cristo del océano (Fernández).
P. ¿Qué es el cine para ti?
R. Esa es la gran pregunta. Supone para cada aficionado dedicar tu tiempo para contemplar ficciones, reír, asustarte, incluso llorar. Llorar es para mí la emoción más intensa que te puede producir contemplar una película. Seguir a determinados directores, actores, actrices, géneros y, al mismo tiempo, dejar un margen a la sorpresa y tener la mente abierta para ir descubriendo o redescubriendo títulos y figuras que a lo mejor un par de meses antes desconocías. Personalmente, es una fuente de placer y la demostración de un arte popular que puede llegar a lo más hondo de la reflexión humana. ¿Puede haber final más trascendente que el de la citada El increíble hombre menguante, por ejemplo? Y además expuesto de manera accesible y por medio de unos códigos narrativos, unas claves que deben ser nuestra palanca para intentar comentar y analizar estas películas.
P. ¿Cuándo te diste cuenta de que querías dedicarte a escribir sobre ello?
R. Durante muchos años he ido leyendo libros y crítica de cine, pero jamás pensé en perder un solo minuto en escribir sobre películas, la verdad sea dicha. Tan solo recuerdo que cuando estudiaba BUP me encargué de la sección de cine de la revista del instituto, y escribí algunos textos y organicé algunas encuestas, pero poco más. Allá por el año 2000 —tenía entonces 34 años— un buen amigo creó una web de temas culturales y me pidió una colaboración sobre temas cinematográficos a mi elección. Ya entonces mi fervor por la figura de Jacques Tourneur era manifiesto y esbocé una pequeña aproximación a su obra, que cuando se colgó, fue leída por el argentino Darío Lavia, quien contactó conmigo y me pidió permiso para publicarla de nuevo en su web Cinefania —que aún prosigue su rumbo—. De entrada, fue el contacto con un auténtico hermano virtual: Darío, que es uno de los mayores expertos de cine de género que hay en lengua castellana y de quien me gustaría ver sus libros editados en España, ya que son de una minuciosidad asombrosa. A partir de ahí, empecé a colaborar con él abriendo una sección en su web que se llamaba La ventana indiscreta. Ahí empezó todo. Me fui fogueando y más adelante colaboré en la magnífica web de cine española Miradas de cine hasta que, aconsejado por el propio Darío, creé mi propio blog, Cinema de Perra Gorda, en septiembre de 2004. Ya ha llovido desde entonces.
P. ¿Cuándo comenzó tu andadura en el mundo de la crítica cinematográfica?
R. De entrada, he de deciros que nunca me he considerado un crítico de cine. Ni soy profesional de la materia, ni deliberadamente sigo la actualidad. Como en todas las facetas de mi vida, he sido siempre un verso suelto. Un apasionado del cine que ha tenido el privilegio de poder ir exponiendo mi mirada en torno al hecho cinematográfico, por lo general por libre, y que ha tenido la fortuna de participar en una revista como Dirigido por…, que seguía fervientemente desde 1982, con apenas 16 años, o las valiosas apuestas editoriales de Notorious Ediciones, que suponen las más ambiciosas auspiciadas en los últimos años en este país.
P. ¿Cómo definirías tu carrera profesional hasta el momento?
R. Esto no es una profesión, más bien es un hobbie (se ríe). Son facetas apenas remuneradas que solo te brindan la satisfacción de colaborar en ediciones con un estupendo equipo de colaboradores. Lo cierto es que, sin hacer aportaciones sustanciales, siempre tengo algo entre manos. Será señal de que no lo hago demasiado mal (se ríe).
P. ¿Cuál crees que es el papel de la crítica en la actualidad?
R. De entrada, el cine ha perdido una enorme relevancia social. Recuerdo cuando era chaval, que en el colegio siempre estaba el compañero que sabía contar películas y hacía corro para escucharle. Hoy día estar al tanto de la actualidad carece de importancia. Vamos, es que ni yo mismo estoy al tanto de ella. Pero es que hasta los Premios Óscar —que siempre marcaban un punto de interés, aunque fuera superficial— han muerto a mi juicio, con esa estocada final que fue otorgar la estatuilla a la mejor película a una cinta coreana, o el ridículo que se ha brindado en su reciente edición, en donde las audiencias han demostrado su nulo interés. ¿No se trataba de que la Academia de Hollywood premiara su industria o las producciones en habla inglesa? Si unimos a ello la creciente pérdida de la prensa en papel, tendremos un panorama cuanto menos preocupante. Dicho esto, estoy convencido de que todo aficionado de cierto nivel tendrá sus propias referencias a nivel de crítica y, regularmente, las consultará. Peor vamos, no se puede decir que estemos en el mejor momento precisamente, y el futuro no es muy halagüeño que digamos.
P. ¿Es necesaria la crítica?
R. Por supuesto. Todo aquello que contribuya a reflexionar y complementar nuestros propios puntos de vista, sea del ámbito que sea, siempre han de ser bienvenidos. A partir de ahí que cada espectador elija a sus críticos de cabecera, aunque me permito aconsejar que los haga por el placer que le puedan proporcionar leer sus reflexiones, antes que por el hecho de que coincidan con sus gustos.
P. Desde tu mirada, ¿cuál es el estado actual de la crítica cinematográfica en España?
R. Creo que con el mero hecho de que se mantenga en un nivel más o menos apreciable, ya nos podemos dar con un canto en los dientes. Actualmente, hay dos pequeñas corrientes que podría ejemplificar: una determinada crítica madrileña y otra centrada en Barcelona, aunque en ambos ámbitos participen especialistas radicados en otras zonas de España. La primera es quizá más nostálgica y literaria, y la segunda mucho más analítica. Por fortuna, y siempre a nivel de análisis del cine clásico, tengo el privilegio de participar en ambas, aunque siempre desde un ámbito muy lejano y esporádico.
P. Pensando en los diversos ámbitos en los que se desenvuelve la crítica de cine, ¿qué similitudes y diferencias encuentras entre la crítica cinematográfica y el periodismo?
R. Particularmente, prefiero como lector un estilo ágil y cercano que una prosa muy erudita pero alambicada. Por ello, tener una experiencia periodística puede ser una buena ayuda. Y hay que admitir que buena parte de la profesión periodística es igualmente amante del cine, lo que permite en, no pocas ocasiones, acercamientos llenos de interés.
P. ¿Crees que los críticos tenéis mala consideración?
R. ¿Pero es que tenemos consideración alguna? (Se ríe).
P. ¿Qué mejorarías de tu profesión?
P. Mirad, está tan precaria la propia importancia del hecho cinematográfico, y son tan graves las circunstancias que sobrelleva la afición, que cruzo los dedos para mantenernos como estamos en este momento. ¡Ya es bastante!
P. ¿Debería el crítico dejar a un lado sus gustos personales a la hora realizar una crítica?
R. En absoluto, antes al contrario. Está claro que analizar cualquier producto cinematográfico ha de hacerse partiendo del hecho de que nos encontramos con una manifestación artística. Pero esa misma mirada debe estar tamizada por la personalidad e incluso la argumentada subjetividad de quien elabora ese comentario o reflexión. Lo bueno estriba en saber argumentarla, y con ello transmitir al lector un mínimo de base para la reflexión de este, no de imponerle su criterio. He de deciros que a mí el haber leído mucha crítica de cine me ha supuesto una formidable escuela para haberme hecho tolerante ante la vida.
P. ¿Qué es lo que más te gusta de esta profesión?
R. Nunca la podría denominar como tal, ya que de esto casi no se gana dinero. Personalmente, destacaría la posibilidad de transmitir a otros aficionados la sorpresa, los descubrimientos y la propia emoción que me brinda el contacto constante con el hecho cinematográfico, sobre todo si se trata de títulos a los que el paso del tiempo ha tratado a mi juicio injustamente.
P. ¿Qué papel juega la crítica cinematográfica con respecto a los espectadores y los cineastas?
R. Honestamente, creo que es escaso. Lo señalaba anteriormente, estamos en un periodo en el que la importancia del cine va decreciendo como referente social. Mirad, solo con que se mantuviera en parte esa importancia, creo que los que nos dedicamos a comentar cine ya nos podríamos sentir satisfechos. Pensad además que yo no suelo hablar de la actualidad. No la suelo seguir. Soy muy selectivo a la hora de contemplar cine de reciente estreno.
P. ¿Lees a otros críticos de cine?
R. Claro. Uno tiene sus críticos o comentaristas de cabecera. Pero os he de decir que me interesa más leer sobre determinado cineasta o película que lo que escriba determinado crítico en general. Por supuesto, cuando ambas vertientes se aúnan, el interés es doble.
P. ¿Qué valores se necesitan para ser un buen crítico de cine?
R. No sé si estoy muy calificado para responder esta pregunta (se ríe). De entrada, se debe tener un buen nivel de redacción. Disponer de un background cultural de cierto nivel y, por supuesto, estar suficientemente bien «visto» de cine. Simplemente, uno animaría a cualquier interesado a que se fuera fogueando. Así lo hice yo en su momento. Ahora releo cosas que escribí hace 15 o 20 años y me dan vergüenza ajena. Y, personalmente, considero que hay que intentar transmitir cierta pasión, ofrecer tu propia manera de ver el mundo. Es decir, ser uno mismo, aportando incluso las contradicciones de tu propia personalidad. Lo más difícil es precisamente eso, transmitirla y de alguna manera compartirla con esos lectores que te han venido siguiendo desde hace años.
P. ¿Por qué los críticos casi nunca coinciden con los gustos del público?
R. ¡Hombre, yo creo que hay de todo! Aunque es cierto que el gusto popular, por lo general, es mucho más abierto que el de un comentarista o un analista. Y esto no solo sucede en el ámbito cinematográfico. Es curioso señalarlo, pero en cine hay películas —muy pocas, la verdad— que se convierten en clásicos instantáneos. Otras son recibidas con palmas y olivos, y al cabo de unos años se olvidan. Y otras que, aunque en su momento pasaron sin pena ni gloria, con el paso de los años adquieren un estatus de culto. Os pondré un ejemplo para cada uno de dichos enunciados: 1º La La Land (Chazelle), aunque al poco de su estreno apareció una corriente contraria a su entronización. 2º La vida es bella (Benigni), película que no he visto porque me da grima Benigni. 3º Gattaca (Niccol).
P. ¿Ha perdido la crítica su espacio con la aparición de páginas web como IMDB, Rotten Tomatoes o Filmaffinity, donde cualquiera puede calificar una película?
R. No es nada negativo, en absoluto, que haya nuevos valores que puedan canalizar sus inquietudes. Y creo además que hay que dejar cada aportación en su justo lugar. Creo que tanto en IMDB o nuestra Filmaffinity saben separar lo que es crítica más o menos profesional de los comentarios de cinéfilos. No es lo mismo en Rotten Tomatoes, donde creo que se le ha dado una considerable y quizá excesiva importancia a una serie de blogs cinematográficos. Honestamente, creo que la crítica norteamericana en general siempre ha sido muy superficial y al analizar IMDB —tan valiosa a nivel de aporte informativo— ves que se encuentra dominada por las calificaciones de un público mayoritariamente adolescente, que desconoce casi por completo el cine clásico, y es excesivamente generoso y acrítico con las corrientes más conocidas de cine comercial. Ello hace alterar las valoraciones generales, dado sobre todo a la escasa puntuación de maravillosas películas del pasado de nuestro cine. Os pongo un ejemplo al respecto. Una obra maestra del cine fantástico como Viviendo el pasado (Gabel), no llega a tener ni mil votantes en dicha web.
P. ¿De qué forma crees que está condicionando Internet y las redes sociales la forma de hacer tus críticas?
R. Para lo bueno y lo menos bueno, creo que las redes han democratizado el ámbito de la crítica cinematográfica, escrita además de manera libre. Un servidor es fruto directo de esta corriente, pero no dudaría en destacar dentro de la ingente presencia de blogs cinematográficos, varios muy valiosos creados en España. Me refiero a La mano del extranjero, que elabora mi buen amigo José Miguel García de Fórmica-Corsi, Un blog comme les autres, obra de Jesús Cortés, Voice Over, de otro gran amigo como es Sergi Grau, o el elegante toque cinéfilo y nostálgico que proporciona el veterano periodista valenciano —casi es mi hermano mayor— Rafa Marí en su Diario de un cinéfilo.
P. ¿Quiénes son tus maestros dentro de la crítica?
R. La verdad es que han pasado muchos años y mis preferencias no han variado mucho. Uno empezó leyendo crítica de cine en la Cartelera Turia de Valencia, un tipo de crítica muy escorada hacia la izquierda, que denostaba buena parte de los clásicos —recuerdo su «0» a Tempestad sobre Washington o un «1» a Centauros del desierto— y que ensalzaba aquel cine político que tanto predominó en la década de los 70, y que en buena medida hoy se encuentra justamente olvidado. La línea de la revista era la clásica de «críticos de guion». Pero a partir de 1982, cuando apenas tenía 16 años, que es cuando empiezo a familiarizarme con la revista Dirigido por…, me atrajo de inmediato la figura de José María Latorre. He de decir que en ocasiones me enfadaba, cuando apenas apreciaba las obras de cineastas tan admirados por mí como Stanley Donen o Richard Quine. Pero con el paso del tiempo me di cuenta que aún difiriendo de algunas de sus preferencias —todo hay que decirlo, cada vez menos—, Latorre fue todo un gurú para mí. Y, lo que es más importante, me hizo reflexionar sobre algo muy importante, y es que cada aficionado y cada escritor cinematográfico tiene derecho a tener su propio punto de vista, que es tan respetable como cualquier otro. Es decir, fue precisamente Latorre quien me hizo mucho más tolerante como persona, me hizo pensar en muchas de sus reflexiones y me hizo apreciar muchos elementos que rodean el hecho cinematográfico. Lamenté mucho su inesperada y prematura muerte. En ese momento me di cuenta de que muchos otros también lo tenían como un referente.
Del conjunto de esta revista, desde hace muchos años, admiro profundamente a Tomás Fernández Valentí y Quim Casas. Ya no se trata de que coincida más o menos con ellos, es que me encanta su prosa. Me enriquece mucho leer su mirada sobre cualquier elemento cinematográfico y, en los últimos años, es para mí un orgullo el contacto personal que mantengo con ellos, aunque nunca los haya conocido personalmente.
De la historia pasada de la revista, hay un crítico que siempre me entusiasmó, Luis Aller, ahora dedicado a clases divulgativas sobre cine. Me encantaba la pasión con la que escribía y su defensa del análisis de cada película en función de su lenguaje.
Y dentro de estas preferencias, no puedo dejar de destacar la figura de Miguel Marías, probablemente la persona que más sabe de cine en España. Me entusiasma su pedagogía, la manera como escribe y la erudición de la que hace gala. Es inabarcable. Tuve el honor de que en 2008 presentara mi libro Proyecciones desde el olvido en la Fnac de Callao en Madrid, y además descubrí su timidez y humildad.
P. ¿Qué consejos les darías a esas personas que se quieren dedicar a la crítica? ¿Qué libros les recomendarías leer?
R. Solo puedo hablar desde mi experiencia. Creo que cada aficionado debe buscar en función de sus propias inquietudes, como en cualquier otra faceta de investigación. Curiosidad, curiosidad y curiosidad. Por fortuna, hoy día casi todo se encuentra al alcance del interesado de cualquier faceta de la vida. Ojalá hubiera tenido yo cuando tenía 20 años las facilidades de las que dispongo ahora. Lo que sucede es que buena parte de la juventud actual no valora las facilidades que posee en nuestros días, ni las asombrosas posibilidades de acceder a miles de títulos del pasado, que para los de nuestra generación ni siquiera sabíamos que existían.
P. Desde septiembre de 2011 escribes en la revista de cine Dirigido por…, la cual es una referencia obligada cuando se habla de cine en España. Un sueño cumplido porque eras un fiel lector de esta publicación. En estos momentos, ¿siguen jugando un rol importante este tipo de publicaciones en los cinéfilos?
R. Es un orgullo poder colaborar en esta publicación, que vengo siguiendo desde 1982, y que pronto se convirtió en la piedra angular de mi pasión por el cine. En cuanto a lo que me preguntáis, considero que Dirigido por… cumple con creces el interés del amante del cine más exigente. Y lo hace combinando con verdadero riesgo el seguimiento a la actualidad, con ese repaso continuado a diferentes y complementarias facetas del cine del ayer. Creo no descubrir nada si afirmo que en el conjunto de sus dosieres se encuentra quizá —pese a que ocasionalmente colabore en ellos— buena parte de lo más valioso generado en el terreno de la divulgación cinematográfica en nuestro país en las últimas décadas. Es más, no considero como tal el conjunto de páginas de esta gran revista, sino como la sucesión de diversas entregas de una gigantesca enciclopedia cinematográfica, que solo espero tenga la debida continuidad muchos años más. No cabe duda de que nos encontramos en tiempos inciertos para cualquier tipo de publicación en papel. Sin embargo, creo que la propia calidad de esta revista es su mejor aval para ser esperanzadores en su continuidad.
P. ¿Qué otras revistas de cine te gustan?
R. Hasta hace unos años las compraba todas, lo que ha permitido que albergue en casa unas colecciones grandísimas. Últimamente —hasta su triste desaparición— compraba también Imágenes de actualidad, de la misma empresa que Dirigido por…, que combinaba muy bien un cierto rigor, una buena maquetación y un acercamiento al cine popular o más dedicado a públicos juveniles. Desgraciadamente, no es un buen momento para las publicaciones en papel. Dicho esto, echando un poco la vista atrás, sigo disfrutando releyendo los viejos ejemplares de Film Ideal, que supusieron el primer gran aldabonazo crítico en nuestro país en la década de los 60. De aquella inolvidable nómina de analistas cinematográficos, destacaría nombres como Ramón Gómez Redondo, Javier Sagastizábal o Gonzalo Sebastián de Erice. Y en los últimos años, me gustaría destacar, por un lado, la impresionante colección anual de publicaciones monográficas, a partir de las retrospectivas del Festival de San Sebastián, o la andadura que ha albergado la revista Nosferatu, sin olvidar esa magnifica propuesta sobre cine de género que es CineBis, dirigida por mi buen amigo Javier G. Romero, y en la que he podido colaborar en alguna ocasión.
P. ¿Qué razones te llevaron a crear el blog Cinema de Perra Gorda (el próximo mes de septiembre va a cumplir 17 años de existencia)?
R. Surgió por una razón muy sencilla: intentar mantener en el recuerdo ideas o elementos de aquellas películas que iba viendo. La mente es muy selectiva y solo retiene aquello que inconscientemente le llama la atención. No siempre lo bueno. Con esa sencilla premisa, y alentado con el ya señalado apoyo de Darío Lavia, me lancé en esta batalla personal. Pero he de reconocer que jamás pude imaginar que supusiera para mí un compromiso personal tan dilatado en el tiempo, ya que actualmente se encuentran insertos en él los comentarios de cerca de 2600 títulos. Si con 100 de ellos se podría editar un libro de notables dimensiones, estamos hablando de una enciclopedia virtual de unos 26 tomos. Este tipo de iniciativas son fáciles de crear, pero no tanto de mantener. Y he de decir que me ha absorbido mucho, mucho tiempo. Es más, el deseo de intentar analizar el mayor número de títulos contemplados me quita tiempo a lo largo de cada año de poder visionar otros muchos títulos.
P. ¿Qué nos podemos encontrar en él?
R. Creo que en cualquier apuesta, más o menos divulgativa, hasta que no pasa algo de tiempo no se vislumbra su auténtica personalidad. Es decir, todo tiene que tener su rodaje. En un momento determinado, apareció entre sus contenidos una vena personal de arqueología cinematográfica y la apuesta por mi creencia personal por la Teoría de las películas, en muchas ocasiones por encima de la cahierista Teoría de los autores. Y se trata de algo muy sencillo: la historia del cine se ha escrito siempre de manera incompleta y llena de prejuicios. Mi propia experiencia como aficionado me ha brindado el descubrimiento de extraordinarias películas de las que apenas encontraba ni en letra impresa ni incluso en la red referencia alguna en lengua castellana. Pues bien, creo que de todo ello se impregnan los contenidos —siempre imperfectos, siempre entusiastas— volcados por mí a lo largo de estos casi 17 años. Centenares de títulos de los que quizá no encuentres comentarios en otros lugares. Descubrimientos placenteros. Procurar ver esos títulos ocultos de las filmografías de grandes cineastas. O poner en valor la valía de no pocos realizadores que, pese a no poseer un estilo identificable, no dejaron de ser portadores de una brillante obra ¿Alguien puede dejar de reconocer el interés de las trayectorias de Robert Parrish, Val Guest, Hugo Haas, Wolf Rilla, Guy Green, Thorold Dickinson, el Mauro Bolognini hasta mediados los 60 o el Jean Negulesco previo a la llegada del CinemaScope, entre otros muchos casos? O que incluso nombres tan medianos como Henry Levin, Joseph M. Newman… podían en ocasiones proporcionar no pocos títulos llenos de interés. En ese anhelo de búsqueda y de compartir el entusiasmo y la divulgación creo que se encuentra la clave de un blog que me encanta que discurra en voz baja.
Por ello, no me preocupa demasiado no escribir sobre producciones recientes que haya contemplado, aunque no falten reseñas de títulos de los últimos años. Al mismo tiempo, junto al abrumador predominio del cine norteamericano, la otra gran cinematografía a la que he dedicado numerosos contenidos es la británica. Me consta que se trata de una afirmación no compartida, pero cuantos más títulos del pasado de dicho ámbito visiono, considero que se trata junto a la italiana, de la más valiosa a nivel fílmico, por supuesto bastante superior que la francesa, algunos de cuyos componentes —aquella indigna manifestación de Truffaut— intentaron condenar sin fundamento. En cualquier caso, la incorporación de películas en el blog es muy aleatoria, casi a modo de diario que narra la mayor parte de las que voy contemplando. En realidad, al final lo que propone este blog al posible lector es mi intento de transmitir las mismas impresiones que yo he ido recibiendo como espectador. Es decir, hacer lo que en ocasiones ha señalado Miguel Marías: «Dar pistas».
P. ¿De cuál o de cuáles de tus artículos y críticas estás más orgulloso?
R. Sería un poco difícil señalarlo. Supongo que aquellas que intentan transmitir el entusiasmo que me ha producido una película, especialmente cuando esta es poco conocida y ello aparece como un descubrimiento personal. He de decir que, en producciones más o menos recientes, ese entusiasmo lo he expresado en títulos como El atlas de las nubes (Hermanas Wachowski y Tykwer) que fue un fracaso estrepitoso, aunque a mi me parece una de las cimas cinematográficas rodadas en lo que llevamos del siglo XXI. O en melodramas intimistas como el tan reconocido Call Me byYour Name (Guadadigno) o el mucho menos popular pero igualmente conmovedor Tierra de Dios (Lee). En cualquier caso, esa pasión, esa devoción por las que son algunas de las películas de mi vida, quizá me haga destacar textos escritos en mi blog o en algunas revistas e incluso libros, sobre títulos que adoro como Sammy, huida hacia el sur (Mackendrick), Río de sangre (Hawks), Tempestad sobre Washington (Preminger), Con los ojos cerrados (Brooks), la ya citada El increíble hombre menguante, The Last Picture Show (Bogdanovich), Night Must Fall (Reisz), Los seres queridos (Richardson)…
P. Casablanca. 75 años de leyenda, 1939. El mejor año de Hollywood, El universo de Howard Hawks, Lo que el viento se llevó. El libro del 80 aniversario, El universo de Gary Cooper… Tu colaboración con Notorious Ediciones es muy extensa y fructífera. ¿Cómo surgió la posibilidad de colaborar con la editorial de Guillermo Balmori y Enrique Alegrete?
R. Todo surge cuando, gracias a la mediación, de mi querido amigo Víctor Arribas —una persona de enorme generosidad, amante del cine hasta las entrañas y finísimo escritor—, se gesta la presentación de mi libro Proyecciones desde el olvido en Callao en Madrid en mayo de 2008. Aquel acto íntimo, que se convirtió en una inolvidable tertulia cinéfila, contó con la presencia de Guillermo, expresamente invitado por Víctor. Fue nuestro primer contacto, a partir del cual empecé a colaborar en los libretos de las ediciones digitales coordinadas por él en la colección Los imprescindibles de El Corte Inglés y las diferentes colecciones que se fueron sucediendo. Con el paso de los años, han sido más de 50 los textos que he ido elaborando en dichos cuadernillos. Y ya cuando se decidieron a los diversos Universos, me empezó a llamar a partir del dedicado a Orson Welles. Desde entonces han sido en 14 de los volúmenes editados en los que he podido colaborar. Ni que decir tiene que todo ello ha sido y sigue siendo un motivo de orgullo y de agradecimiento por la confianza que me han brindado. Y en líneas generales, por lo general, Guillermo me tiene en la «recámara» para ir comentando rarezas o títulos poco tratados, algo que supone un aliciente suplementario. Solo decir que espero que esta colaboración siga en el futuro…
P. El Universo de John Ford es una de las mejores obras de Notorious Ediciones de todas en las que has participado. ¿Cómo surge la idea de realizar un libro sobre este director de cine tan prestigioso?
R. Las iniciativas editoriales parten de sus dos promotores. Son sus apuestas y sus decisiones, y entiendo que la figura de Ford estaría entre sus prioridades. Pero en la obra de Ford, además de su importancia, estaba presente su enorme extensión. Ello casi obligaba a una edición de enorme complejidad.
P. ¿Qué tiene John Ford qué no tengan otros directores?
R. Mirad, podría teorizar con cierta pomposidad, pero prefiero intentar definiros la grandeza de su cine con una secuencia concreta. Retrocedamos a los instantes finales de Judge Priest, que no es de sus títulos más conocidos. Tras una acalorada vista, el juez protagonista absuelve a Bob Gillis, acusado de manera injusta. La secuencia es conmovedora hasta la lágrima. Pues en ese momento, Ford traslada la acción hasta el exterior del edificio de justicia, donde veremos el entusiasmo de una orquestina de negros que celebran la decisión y transmitiendo al espectador una compartida sensación de alegría colectiva. Esa capacidad para indagar con sencillez en la complejidad del alma humana, o de oscilar en su cine del drama a la comedia con asombrosa efectividad, creo que define la entraña de un cine de apariencia sencilla. Pero con la intuición de un artista que hizo de lo difícil algo cotidiano y que además se convirtió en uno de los mayores poetas cinematográficos de la vida norteamericana.
P. ¿Qué destacarías del «universo» de John Ford?
R. De entrada, se trata una edición impresionante. Esa amplísima obra fordiana obligaba a una publicación de generosas dimensiones. Pero es que además considero que Balmori y Alegrete la trataron como si la hubiera dirigido el propio Ford. Es decir, sencillez y capacidad de profundización. Ni que decir tiene que es un enorme orgullo haber podido participar en uno de los mejores libros de cine editados en España en los últimos años.
P. ¿Cuáles han sido tus últimos trabajos para esta prestigiosa editorial?
R. En un año donde las ediciones se han limitado por la incidencia de la pandemia, mis dos últimas colaboraciones se centran en el bello volumen dedicado a esa grandísima actriz que fue Gene Tierney, que además no dudo en considerar la mujer más bella que jamás acarició la pantalla, y el libro dedicado a la producción cinematográfica norteamericana de 1940. En lo que llevamos de año, colaboro en otros dos libros que aún tienen que salir a la calle. Intuyo que 2021 nos permitirá más sorpresas en esta magnífica y entregada editorial de publicaciones fílmicas.
P. ¿Cuál es tu libro favorito de todos en los que has participado de esta editorial?
R. De entrada, creo que todos en los que he podido participar tienen para mí un cariño especial. Al decidirme que destaque alguno, está claro que por su envergadura hay que volver al dedicado a la obra de Ford. Quizá por la extensión de mi colaboración en sus páginas, tendría que citar el dedicado a la película de Alfred Hitchcock Con la muerte en los talones, que además albergó una triste anécdota en su proceso, como fue la inesperada pérdida de mi madre. Por supuesto, al haber sido el primero, evocaría el dedicado a Orson Welles. Finalmente, no me gustaría dejar de destacar el editado recordando la obra de Howard Hawks, fundamentalmente por ser el primero en que he coincidido como colaborador con el extraordinario periodista que es Juanma Lamet, que para mí es como un hermano y que probó sus armas en este terreno, demostrando que también es un magnífico escritor cinematográfico.
P. ¿Y de qué otros libros en lo que has participado te gustaría destacar?
R. Obviamente he de destacar Proyecciones desde el olvido, que es el único hasta la fecha escrito en solitario, editado en 2007 por el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert de Alicante, y que en buena medida se nutría de comentarios escritos inicialmente para mi blog. Sus páginas incidían en la necesaria rememoranza de títulos del pasado que por diversas circunstancias no recibieron la acogida que merecían. Fue una publicación, en la que incluso participé en su maquetación, de la mantengo un enorme cariño y que hoy en día goza de un cierto culto, ya que resulta bastante difícil encontrar ejemplar alguno. Por otro lado, y editado hace pocos años, me siento muy orgulloso de haber colaborado en el libro coordinado por Sergi Grau, editado por Gigamesh, y que analiza el conjunto de la obra del escritor Richard Matheson en el que hablé —parece que estoy predestinado a ello— de El increíble hombre menguante.
P. ¿Qué biografía sobre un actor, actriz y/o director te gustaría escribir?
R. Siempre me hubiera gustado escribir una publicación monográfica sobre Jacques Tourneur. Incluso en una ocasión establecí una especie de guion del mismo. No sé ni dónde lo guardo. Al margen de ello, me hubiera encantado dar vida a un libro sobre mi adorado Albert Finney. Un actor que atesora dos publicaciones en su Inglaterra natal. También me encantaría escribir un libro sobre la trayectoria de Richard Quine. Un director que siempre me brindó un enorme placer como aficionado y al que el destino no ha tratado como debiera, ya que jamás se le ha dedicado en el mundo publicación alguna. Precisamente, el pasado 2020 en el que se cumplía el centenario de su nacimiento, y en los meses en que Dirigido por… se editó digitalmente, se me dio la oportunidad de trazar un pequeño recorrido sobre su obra, que desarrollé con verdadero cariño.
Continuará…
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¡Y qué decir de esta primera parte! Que ya la tenía leída pero la comento después. Recomiendo recurrir al Cinema de Perra Gorda para conocer mejor su rica mirada cinematográfica.
Gracias JM por tu consejo. Saludos.