P. ¿Cómo surgió la idea de publicar anécdotas cinematográficas en tu perfil de Twitter?
R. Pues mira, fue una tontería. Llevábamos unos pocos días de confinamiento y me propuse entretener a la gente de alguna manera, aunque solo fuera unos segundos al día. Al principio, puse enlaces a una serie de números musicales que me gustaban mucho, pero ya vi que eso tenía un predicamento muy limitado. Así que se me ocurrió poner una anécdota. Curiosamente, tampoco tuvo mucho éxito. Pero, al día siguiente, puse otra y empezó la avalancha. Me piden hasta libros sobre el anecdotario (te contaré un secreto, no soy un pozo inacabable de anécdotas, se me acaban), que siga, que no lo deje porque hemos salido del confinamiento. Twitter no siempre es positivo, pero es sorprendente, desde luego.
P. ¿Pensabas que esta iniciativa iba a tener tanto éxito?
R. No, creía que iba a durar una semana y que, cuando me cansase, cortaría y punto. O cuando salieran los haters de turno que salen inevitablemente. Ahora estoy cansado y me gustaría cortar, pero no sé cómo hacerlo.
P. ¿Cuáles son tus anécdotas cinematográficas favoritas?
R. Me gusta mucho aquella con la que empecé y que nadie hizo mucho caso, referida al rodaje de Cara de ángel, de Otto Preminger. El productor de la película, Howard Hughes le estaba tirando los tejos a Jean Simmons, pero ella no le hacía ni caso. En venganza, Hughes habló con Preminger y le dijo que le diera caña en el rodaje. En cierta escena, Robert Mitchum, el coprotagonista, tenía que abofetearla así que Preminger se acercó a Mitchum y le dijo:
– Dale fuerte, que sea de verdad.
– Pero…
– Dale fuerte, quiero que quede realista.
Mitchum obedeció y sacudió a Jean Simmons. Preminger, desde su silla de director, dijo:
– No ha salido bien. ¡Otra vez!
Mitchum protestó:
– Pero, por favor…
– ¡El director soy yo y te ordeno que repitas la escena!
Mitchum volvió a sacudir a Simmons.
– ¡Otra vez!
Mitchum vio el rostro lleno de lágrimas de Jean Simmons y volvió a protestar:
– ¡He dio que otra vez!
Mitchum obedeció, sacudió a Simmons y, sin mediar palabra, se volvió a Preminger y también le sacudió, tirándolo al suelo con su silla de director. Mitchum se acercó a la cara de Preminger y le dijo:
– ¿Otra vez?
P. ¿Nos puedes decir en exclusiva un par de anécdotas cinematográficas que todavía no hayas publicado en tus redes sociales?
R. Pues una de ellas es que Akira Kurosawa quedó tan impresionado por el ambiente que John Sturges había creado en Conspiración de silencio que le mandó llamar para que le asesorara para crear un ambiente parecido en la película que estaba rodando, que no era otra que Yojimbo. Sturges accedió, pero no quiso cobrar ningún salario. Se comprometió a pasar diez días en Japón en el rodaje de Kurosawa a cambio de que dejara a buen precio los derechos para Los siete samuráis que él pretendía rodar en clave de western con Anthony Quinn de coproductor y protagonista. Quinn, más tarde, se bajó del proyecto y se interesó Yul Brynner, entonces muy en la cresta de la ola por su papel en El rey y yo, que le valió un Premio Óscar apenas dos años antes. El caso es que así fue. Sturges asesoró y Kurosawa bajó el precio. Quedó tan contento con Los siete magníficos que llegó a declarar que nunca hubiera pensado que su película pudiera convertirse en un western tan bueno y, según sus propias palabras, «con una música tan estupenda».
Otra podía ser referida a la secuencia de la bofetada de En el calor de la noche. Cuando se estrenó la película en pases previos, Norman Jewison, el director, comprobó que la gente comenzaba a reírse en momentos muy inapropiados, generalmente cuando el personaje de Rod Steiger ponía en su sitio al personaje del policía de color que interpretaba Sidney Poitier. Todo siguió así hasta la secuencia en la que Tibbs-Poitier sube a ver al gran terrateniente del pueblo, que interpretaba un blanco, Larry Gates. En esa secuencia, el policía negro asestaba un bofetón al cacique blanco. Desde ese momento, la gente dejó de reír. Ya no tenía ninguna gracia aquello. Y en ese momento, Norman Jewison supo que la película sería todo un éxito.
En cierta ocasión, coincidieron en una fiesta John Huston y Errol Flynn. La estrella era el actor y comenzó a fanfarronear en cuanto tuvo dos copas de más. Realizó un comentario soez sobre la actriz Olivia de Havilland que ofendió muchísimo a Huston que, por entonces, mantenía un romance con ella. El director interrumpió a Flynn y le dijo que no era capaz de decir eso mismo sobre ella en el jardín. El actor dijo que en el jardín y en cualquier sitio. Salieron y se retaron a una pelea a puñetazos. Al día siguiente, Huston se hallaba en el hospital debido a las heridas.
– Hay que reconocer que Errol Flynn me ha dado una paliza, pero tengo que decir que, en todo momento, respetó las reglas del Marqués de Queensberry en la pelea.
A partir de ese momento, Flynn y Huston fueron grandes amigos e incluso fue el director de su última película: Las raíces del cielo.
P. ¿Tienes pensadas publicarlas en un libro?
R. De momento, las estoy recopilando. La gente cree que son suficientes como para que me lance a la piscina, pero, poniendo una diaria desde abril hasta el día de hoy (estamos a mitad de diciembre) apenas he llegado a las treinta páginas. Apenas un cuaderno.
Extraordinaria entrevista , llena de humanidad , talento y amor al cine
Tus palabras siempre tan amables, ¡gracias Fernando!