R. Si me habéis seguido en la radio (como colaborador en el programa Cowboys de medianoche de esRadio) ya sabréis que no creo en nada de esas cosas, de los inmortales, ni creo en la posteridad. He tenido la suerte de hacer películas, de dirigirlas, de escribirlas… Incluso lo metí en una película que hice sobre Sherlock Holmes. Esto es como una fonética: la plaza de no «sé quién», la calle de no «sé cuántos». Yo no creo en nada de eso. Si te tienen que dar un reconocimiento, si es que lo mereces, te lo tienen que dar cuando tú lo sabes. Cervantes, el pobre hombre, no tiene el premio Cervantes (se ríe).
P. ¿Crees que estás bastante reconocido en tu profesión?
R. Creo que sí. Aunque no me he parado nunca a pensar en estas cosas, porque si te paras a pensar en esto acabas diciendo: «Tenían que haberme dado esto y no me lo han dado». Hay que recoger lo bueno que te ofrecen. ¿Qué es lo que me ha gustado a mí siempre? ¿Dónde me he movido? En el cine. He tenido la suerte de hacer películas, de dirigirlas, de escribirlas… Eso es una vida de privilegios.
Si además tienes suerte y algunas de tus películas funcionan bien y les gustan a la gente, hay personas como vosotros que me llaman para decirme que me siguen por los programas de radio, porque ven mis películas o leen mis libros… ¡Qué más puedo pedir!
Mira la suerte que he tenido al ganar el primer Óscar en lengua española. Imagínate. Eso es un privilegio. Luego lo ganó Argentina con La historia oficial en nuestro idioma. Es algo para sentirse contento y fenomenal.
P. ¿Cuándo supiste que querías ser director de cine?
R. La verdad es que yo no supe durante muchísimos años que quería ser director de cine, porque a mí lo que más me atraía del cine eran los escritores. El que tecleaba en una máquina de escribir en Beverly Hills, junto a la piscina y las chicas aquellas saltando maravillosamente, tenía una parte más romántica. Para mí era lo romántico que había en los años 50 y 60 en Hollywood.
También me gustaba mucho producir, ser productor. En la línea de los productores americanos, que son bastantes creativos y eligen el argumento sobre el que va a girar la película, a los guionistas, al director, al director de fotografía, al músico… Y luego tienen mucho que ver en el montaje. Pero dirigir, nunca. Porque pensaba que para ser director, por lo que escuchaba, había que saber mucho de arquitectura, de matemáticas, de geometría… Que si los encuadres, que si los planos, que si los saltos de esto…Todo eso me sonaba a chino porque yo nunca había sabido nada sobre esos temas. Un poco más tarde me di cuenta de que esto no era así y que en el cine dirigir una película era un problema de miradas. Es la mirada. Tu mirada. ¿Qué es lo que quieres? ¿Defender al chico o a la chica? ¿En qué tamaño lo quieres? ¿Cuánto quieres que dure ese plano? ¿Qué quieres que esté la cámara fija o en movimiento? Me di cuenta que no era tan complicado. Incluso así, nunca pensé en dirigir.
Yo no quería ser director. Yo quería ser escritor o productor. Se lo dije a José Luis Dibildos cuando comencé a trabajar con él y me dijo: «Me parece muy bien, pero el productor soy yo». Estuve escribiendo durante mucho tiempo, unos diez años, para otros directores. Fue un trabajo maravilloso y adquirí mucha experiencia haciéndolo. Escribí para Antonio Mercero, Eloy de la Iglesia, Pedro Olea, Joaquín Romero Marchent, Antonio Giménez-Rico, Roberto Bodegas, Antonio Drove… Diez años escribiendo guiones para otros amigos.
Hasta que un día mi gran amigo José María González-Sinde va y me dice: «Yo creo que tú eres director». «¿Y eso?», le contesté yo. «Porque cuando cuentas las películas las cuentas muy bien», me contestó Sinde. Le dije: «Bueno, pues no sé». Y él me contestó: «¿Por qué no grabas un corto? ¿Qué te gusta a ti aparte del cine?», me volvió a preguntar. Le contesté que aparte del cine me gustaba mucho el fútbol. A lo que exclamó: «¡Pues haz algo relacionado con él fútbol!» E hice ¡Al fútbol! Y luego una cosa sobre Marilyn Monroe titulada My Marilyn.
Luego hicimos Asignatura pendiente, aunque al principio no quería hacerla ningún productor. Hasta que José Luis Tafur dijo de hacerla. Y así empezó todo. Aunque yo nunca pensé que iba a dirigir películas. Os lo vuelvo a repetir: Yo quería haber sido escritor.
P. ¿Estás satisfecho de tu trayectoria profesional? ¿Cómo la definirías hasta el momento?
R. Yo no estoy entre mis directores favoritos, evidentemente. Lo he dicho en muchas ocasiones. Eso está claro. Siempre he intentado dar de mí todo lo que podía en las películas. Sé que nunca voy a ser, ni yo ni ninguno de los que estamos aquí, comparable con los grandes clásicos del cine. con John Ford, con Billy Wilder, con Alfred Hitchcock, con Howard Hawks… Eso es imposible. Pero lo que sí tienes que intentar es dar lo máximo a lo que tú puedes llegar. Exprimirte en una película, en el guion…
Siempre he sentido debilidad por los directores-guionistas como Billy Wilder, Preston Sturges, Joseph Leo Mankiewicz, Leo McCarey… Porque yo venía del campo de la escritura y por eso siempre he entendido que es mucho más difícil escribir que dirigir. Y porque cuando estás escribiendo estás, más o menos, solo. Mientras que dirigiendo tienes un equipo de gente que te ayuda, que te echa una mano en la elección del vestuario o del decorado. «Podíamos poner más la pared de este tipo, más acristalada». El operador de cámara te dice: «¿Por qué no giramos un poquito a la izquierda y así pillamos un poquito de cielo». Cuando diriges estás acompañado de gente que está intentando como tú hacer la película lo mejor posible.
Hay películas que gustan más porque tienen mejor argumento y otras porque tienen mejor ritmo. «A mí me gusta más El crack», dirán algunos. Y otros dirán que les gusta más El abuelo. Pues los dos tendríais razón en vuestras preferencias. Es muy complicado saber todo esto.
Génial entrevista. He aprendido mucho. Gracias
Nos alegra mucho Diego de que haya gustado. Saludos.
Muy muy interesante entrevista.
¡Enhorabuena al equipo de Viveonline
y por su puesto a este gran director y escritor!
Gracias Cristina por tus amable palabras. Un saludo.