«—Conmigo hubieras tenido todo.
—Siempre fui todo.
—¿Cómo?
—Me di cuenta de tu pobreza rápido.
—¡Soy un hombre rico!
—Es verdad. Sin embargo, lo que hay
en tu bolsillo no alcanza para comprar
lo que tengo en mi corazón».
«—¿Tus besos son eucalipto? Le preguntó él
sonriendo.
—¿Cómo? No te entiendo. Respondió ella
un poco perpleja.
—Sí, espera, te lo explico. Se acercó él a su
oído decidido.
Entonces le susurró:
—Cada vez que me besas refrescas mis
pulmones de ilusión. ¿Me dejas respirarte
una vez más? Eres las ganas de vivir todo
esto junto a ti».
«El puente entre mi boca y tus brazos fue
una sonrisa. Pisaste el acelerador de mi
deseo a través de una mirada.
Silencios cómplices conversaciones, puntos
suspensivos de certeza. Pasión con tacto
entre mi cuerpo y tu mano. Música en tus
oídos el placer de mis sentidos».
«Inolvidable el día que solté el miedo
en la puerta de tu boca.
Me declaro fan de tus abrazos
porque frenan mi indecisión
y sacan a bailar mis sentimientos.
Me mareo consciente.
Feliz en el vértigo
que me provoca tu mirada.
Y la prisa se marcha con prisa. ¿Por qué?
Tú y yo haciendo un presente inolvidable».
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